

A contramano de la Presidenta. Es una incoherencia grave del “relato” oficialista. Las críticas a esta industria, protegida por el Gobierno, figuran en libros de Educación Ambiental que se acaban de editar. Están en la Web, pero el reparto de ejemplares impresos ahora se frenó.
Curiosamente, otro libro de la propia Secretaria de Ambiente, el Manual Nacional para Inspectores Ambientales, solo nombra la palabra "mineria" en 3 oportunidades (incluyendo el índice), a pesar de tener 177 paginas impresas. Lo referido a la minería se puede encontrar en la pagina 80, y solo se extiende por media carilla.
Los funcionarios no tomarían el agua cercana a las explotaciones mineras de la Cordillera de los Andes. Tampoco dejarían que sus hijos lo hagan, ni sus mascotas, al menos si se guían por el manual de Educación Ambiental que acaba de editar el Gobierno, con advertencias sobre los peligros devastadores que esta industria puede ocasionar si no se controlan sus métodos.
“La minería implica la  explotación de un  recurso no renovable mediante procedimientos  destructivos o  contaminantes”, dice el nuevo libro, que, de acuerdo a  los anuncios  hechos hasta aquí, será repartido en 100 mil escuelas de  todo el país.
El  contenido, aprobado por una serie de estamentos  oficiales vinculados a  la educación, contradice posiciones de la propia  presidenta Cristina  Kirchner a favor de la actividad, que llena como  pocas las arcas del  Estado.
La minería tendrá este año un récord  histórico de inversiones  por más de 11 mil millones de pesos, un 5.700  por ciento más que en  2001. Los funcionarios hablan de “La década de la  minería” y minimizan  los efectos colaterales de esta industria. “No  hay que transformar a la  minería a cielo abierto en un cuco, ni en un  fantasma”, dijo el lunes el  secretario de Ambiente y Desarrollo  Sustentable, Juan José Mussi, en el  programa Último Minuto, de Canal  26.
Pero sus palabras no condicen  con lo que enseña el manual de  Educación Ambiental, cuyos contenidos  fueron elaborados por el  organismo que él mismo conduce, junto a  especialistas del Ministerio de  Educación.
La verdad está atascada  más hondo que los 33 mineros  chilenos hace un año, ya que mientras  Cristina alienta la expansión de  la minería, el manual describe los  daños al ambiente que causa.
“Para  aquellos que por allí no están muy  de acuerdo con la actividad minera,  ¿qué hacemos?, ¿no producimos más  autos, comemos con las manos, no  tenemos cubiertos? [...] ¿qué haríamos  sin el cobre, cómo podríamos  hacer los cables y conducir la electricidad  si no tuviéramos cobre?”,  se preguntó la Presidenta durante la firma  del acuerdo de Promoción del  Diálogo Social en la Industria Minera, a  fines del año pasado.
El  manual del propio Estado -editado en tres  versiones, para repartirlo en  jardines de infantes, escuelas primarias y  secundarias- es tajante en  señalar las “diversas perturbaciones de gran  impacto ambiental” que  generan las tecnologías utilizadas en las  explotaciones a gran escala.
El  trabajo está disponible en Internet,  aunque la distribución de los  libros impresos, que ya comenzó en la  Ciudad de Buenos Aires, está  frenada para las provincias del interior.  “Hay resistencias, San Juan,  por ejemplo, no quiere saber nada con que  lleguen esos libros a sus  escuelas”, señaló un funcionario que asegura  haber visto “miles de  ejemplares varados” en un depósito del Correo  Argentino, que debe  llevarlos a las escuelas.
Para evitar  ambigüedades, se reproducen  aquí los conceptos principales que llegarán a  los alumnos si los libros  logran ser distribuidos con normalidad. Son  éstos:
“La minería es  una actividad basada en la extracción de  recursos no renovables.  Implica la explotación de un recurso no  renovable mediante  procedimientos destructivos o contaminantes, como la  trituración, la  molienda, el lavado y clasificación de los minerales, la  refinación y  la fundición”.
“En la actualidad resulta doblemente  destructiva por  su gran escala y por la tecnología que ha acrecentado su  capacidad  productiva”.
“Hasta mediados del siglo XX, la minería  subterránea  era el método más común de extraer yacimientos masivos.  Habitualmente,  los metales están mezclados con muchos otros elementos,  pero  ocasionalmente se encuentran grandes cantidades de ciertos metales   concentrados en un área relativamente pequeña -el yacimiento- de donde   se puede extraer uno o más metales con beneficio económico”.
“En   Argentina, hasta la década de 1970, la minería metalífera era una   actividad de escala media y regular desarrollada por unas 100 pymes que   también realizaban la explotación de minerales de uso industrial y  rocas  de aplicación”.
“Actualmente, más del 60% de los materiales   extraídos en el mundo lo son mediante la modalidad de minería de   superficie. Dentro de este tipo de minería se distinguen las minas a   cielo abierto (generalmente para metales de roca dura), las canteras   (para materiales de construcción e industriales, como arena, granito,   arcilla, etc.), y la minería por lixiviación (aplicación de productos   químicos para filtrar y separar el metal del resto de los minerales).   Las minas pueden ser de varios tamaños, desde las que albergan   operaciones pequeñas que producen menos de 100 toneladas al día, hasta   minas grandes que mueven cientos de miles de toneladas”.
“En el país,   a partir de un nuevo marco legal de apertura a inversiones  extranjeras,  tomaron impulso los emprendimientos mineros a gran escala.  El  territorio explotado pasó de 70.000 a 180.000 kilómetros cuadrados.  Con  el aumento de la escala llegaron nuevas tecnologías de exploración  y  explotación que generan diversas perturbaciones de gran impacto   ambiental, lo que pone en cuestionamiento la sustentabilidad de la   actividad”.
“Actualmente, se están desarrollando en el país una gran   cantidad de proyectos mineros, generándose amplios debates y  movimientos  por parte de pobladores locales y organizaciones de la  sociedad civil  que cuestionan este tipo de emprendimiento”.
Este  manual está  destinado a todo el Sistema Educativo Nacional y tiene por  objetivo  “promover valores, comportamientos y actitudes que sean  acordes con un  ambiente equilibrado”. Por eso, sorprende también al  proponer materiales  de estudio: artículos de Clarín, el diario  demonizado por el Gobierno,  aparecen como ejemplos de cobertura de  temas ambientales y disparadores  de debates. 
Para la primaria, se  incluyó la nota “Peligra la fauna  antártica por la merma del krill” con  la intención de despertar  curiosidad en los alumnos acerca del  alimento que consumen las ballenas,  los pingüinos y las focas. Se usó  además una infografía sobre los  efectos del cambio climático y una nota  titulada: “Alumnos secundarios  produjeron gas metano para uso  domiciliario”. Hasta un chiste del  dibujante Dobal, que ironizaba sobre  las excusas que dan los  funcionarios públicos cuando se producen  inundaciones, fue incluido como  material de trabajo.
El manual  explica que se utilizan “productos  químicos peligrosos en las distintas  fases de procesamiento de los  metales, como cianuro, ácidos  concentrados y compuestos alcalinos” y que  “luego de procesada la roca,  quedan restos de cianuro residual y otros  derivados que son muy  tóxicos y muy perdurables en el tiempo, que pueden  contaminar el agua  superficial y la subterránea, incluso tiempo después  de haberse cerrado  la mina”.
Mussi alegó que “si las mineras usan acá las mismas tecnologías de sus países, no contaminan”.
-¿Y las usan?, le preguntaron.
-Lo estamos analizando.
Fuentes: Clarín.com / Propia
 
 
