sábado, 3 de mayo de 2014

Fallo judicial anti FRACKING en USA

Shale o fracking es la técnica de extracción no convencional de hidrocarburos que promociona YPF para el campo Vaca Muerta, en Neuquén. La petrolera estatal siempre ha rechazado las denuncias de que ese procedimiento es muy riesgoso para el medio ambiente, en un país con pésimos antecedentes en materia ambiental. Ahora ocurrió en USA, el país donde más se ejecuta esa técnica, el 1er. fallo judicial adverso, y cabe preguntarse cuáles serán las consecuencias.

El gráfico muestra cómo contamina el shale: que lo tengan presente los habitantes de Neuquén

La fracturación hidráulica, fractura hidráulica o estimulación hidráulica1 (también conocida por el término en inglés fracking) es una técnica para posibilitar o aumentar la extracción de gas y petróleo del subsuelo. El procedimiento consiste en la perforación de un pozo vertical en el cual, una vez alcanzada la profundidad deseada, se inyecta a presión agua con arena y productos químicos con el objetivo de ampliar las fracturas existentes en el sustrato rocoso que encierra el gas o el petróleo y que son típicamente menores a 1 mm, favoreciendo así su salida hacia el exterior. 
 
A causa del aumento del precio de los combustibles fósiles, estos métodos se multiplicaron, especialmente en USA, que gracias al fracking o shale logró convertirse en exportador de petróleo.
 
Sin embargo, los componentes inyectados generan polémica, pues se denuncia que incluyen sustancias tóxicas, alergénicas y cancerígenas, dejando el subsuelo en condiciones irrecuperables. 
 
Debate
 
La crisis de Ucrania y la amenaza de cortes del suministro de gas por parte de Rusia, de donde procede 33% de todo el que se consume en Europa, han vuelto a poner sobre la mesa el fracking.
 
La controvertida técnica de extracción de hidrocarburos no convencionales que plantea dudas sobre su efecto en el medio ambiente fue reivindicada por David Cameron, el conservador 1er. ministro británico, afirmando que su país tiene “el deber” de explorar sus reservas de gas de esquisto. 
 
Su Gobierno anunció hace unos meses que el 64% del subsuelo contiene gas extraíble mediante esta técnica. Mientras Reino Unido la abraza, otros socios europeos, como Francia, están frontalmente en contra.
 
El fracking divide de tal modo a los Estados miembros de la Unión Europea que la Comisión renunció en enero de 2014 a regularlo y se limitó a emitir unas recomendaciones tan poco concretas como estas: “Evaluar cuidadosamente el impacto medioambiental y los riesgos” o “comprobar la calidad del agua, aire y suelo antes de empezar las operaciones”. 
 
Son generalidades que esconden la incapacidad de la Comisión para poner de acuerdo a Reino Unido y Polonia, defensores de la técnica, con Francia y Bulgaria, por ejemplo, donde está prohibida. 
 
 
Cuando en noviembre de 2008 Lisa Parr empezó a padecer migrañas y vómitos no se imaginaba que la veintena de pozos para la extracción de gas que rodean su casa, en Decatur, Texas (EE UU), podían tener algo que ver con sus problemas de salud. Sarpullidos, hemorragias y fiebres se sumaron a la larga lista de síntomas que durante los siguientes dos años la forzaron a ingresar varias veces en el hospital. Su marido, Robert, y su hija, Emma, también enfermaron. En 2011 la familia Parr demandó a la petrolera Aruba Petroleum. El pasado 22 de abril, casualmente el Día de la Tierra, un tribunal condenó a la empresa a indemnizar con 2,9 millones de dólares (2,1 millones de euros) a la familia porque considera que sus dolencias están relacionadas con las operaciones de fracking de los pozos de Aruba.
 
Si los Parr llegarán a cobrar esa cantidad —el fallo puede recurrirse— o si la sentencia puede considerarse un precedente, aún está por ver. Lo que sí es cierto, y así lo han destacado los medios estadounidenses durante estos días, es que se trata de la primera indemnización millonaria por un caso de afectación a la salud relacionado con el fracking, la controvertida técnica de extracción de gas natural que genera innumerables dudas medioambientales. El fracking, o fracturación hidráulica, consiste en inyectar en el subsuelo agua a presión mezclada con arena y sustancias químicas para liberar el gas que se encuentra atrapado en la roca.
 
El caso es inusual no solo por el fallo y la cantidad, sino por el mero hecho de haber llegado a un tribunal. Generalmente las demandas por los efectos sobre el medio ambiente y la salud de esta técnica —que se ha extendido por Estados Unidos durante la presidencia de Obama con la promesa de aumentar la independencia energética del país— se han saldado con acuerdos extrajudiciales e indemnizaciones económicas que nunca salen a la luz. La de los Parr llegó a juicio y un jurado popular dio la razón a la familia por cinco votos a favor y uno en contra.

El veredicto contempla el pago del equivalente a 198.000 euros por pérdida de valor de la propiedad de los Parr, 180.000 por futuras consecuencias para su salud, otros 288.000 por daños psicológicos y 1,4 millones por los problemas médicos causados hasta ahora. David Matthews, uno de los abogados que ha representado a la familia, explicó a EL PAÍS que la empresa nunca propuso un acuerdo extrajudicial y accedió a que el caso fuera decidido por un jurado popular. “Estamos convencidos de que la empresa tiene que pagar por su responsabilidad y, a pesar de que un juicio puede resultar muy caro, siempre creímos que los Parr tenían razón y que no había otra opción más que acudir a los tribunales”, afirma.
 
La familia Parr alegó en su demanda que las operaciones de Aruba Petroleum en las inmediaciones de su vivienda contaminaron el ambiente haciendo enfermar a su familia y a su ganado y forzándoles a mudarse a otra localidad. Según la firma de abogados que les asesoró, la técnica de fracking implica el uso de centenares de componentes químicos, incluidos algunos cancerígenos, que no son eliminados una vez que entran en contacto con el terreno.
 
Aún hay pocos estudios que relacionen directamente las instalaciones que usan esta técnica de extracción de hidrocarburos con posibles perjuicios para la salud, explica el geoquímico e investigador del CSIC Xavier Querol. “El problema son los componentes químicos de la mezcla de líquido que se inyecta en el subsuelo. Muchos de ellos son tóxicos”, señala. “Las empresas no desvelan qué sustancias emplean. Si se trata de hidrocarburos aromáticos como el benceno, que es cancerígeno, obviamente supone un peligro”, añade.
 
Precisamente, un estudio publicado en 2012 en la revista Science of the Total Environment encontró altas emisiones de contaminantes como el benceno. Según otro artículo publicado en diciembre pasado en la revista Endocrinology, entre el cóctel de sustancias que se emplean hay 12 consideradas disruptores endocrinos, es decir, alteradores del equilibrio hormonal que se relacionan con infertilidad y cáncer, entre otros problemas de salud. Los investigadores de la Universidad de Missouri (EE UU) tomaron muestras de agua en una zona con gran densidad de pozos y las compararon con las de áreas menos explotadas. Descubrieron que la actividad estrogénica, antiestrogénica, androgénica... era muy superior en la zona con muchos pozos de fracking.
 
El examen de toxicología al que se sometió la familia Parr encontró más de una veintena de químicos en su sangre, según los abogados de la familia. En el caso de sus vecinos, un especialista en contaminación ambiental detectó presencia de hidrocarburos como benceno, tolueno, etilbenceno y xileno.
 
Hasta ahora, la mayoría de las demandas se ha centrado en los daños materiales por deterioro del entorno, y no en los perjuicios a la salud. La empresa Aruba Petroleum mantuvo durante el juicio que sus operaciones cumplen con la regulación vigente y que no se le puede relacionar directamente con los síntomas padecidos por esta familia. “Esto indica que sigue siendo una corporación que no quiere asumir la responsabilidad de los daños causados”, asegura el abogado de los Parr. Según datos citados por The Wall Street Journal, más de 15 millones de estadounidenses viven a una distancia inferior a un kilómetro y medio de un pozo de extracción. La resolución de la demanda de los Parr puede abrir paso a nuevas reclamaciones similares y convertirse además en un argumento a favor de los que rechazan esta práctica. Sin embargo, fuentes jurídicas citadas por la cadena CNN afirman que es poco probable que un fallo así vuelva a repetirse, e incluso que la familia podría perder la apelación.
 
Varias autoridades han solicitado a la Administración Obama que elabore nuevas regulaciones que ajusten las actividades de estas empresas a estándares de calidad que tengan en cuenta los efectos detectados hasta ahora. El presidente del Fondo para la Defensa Medioambiental, Fred Krupp, planteaba el pasado fin de semana en la revista Foreign Affairs la creación de un marco legal que reduzca los riesgos mientras protege los beneficios económicos de esta industria.
 
La asociación que representa a las empresas del fracking en España, Shale Gas España, recuerda que la legislación medioambiental en Europa es mucho más estricta que en Estados Unidos y que garantiza la protección del medio ambiente y el control de los posibles tóxicos. En EE UU, el fracking se ha beneficiado de varias lagunas en las leyes, como explica Scott A. Elias, profesor de Ciencia Cuaternaria de la University of London en la revista Earth and Environmental Science. El fracking es la excepción en dos importantes leyes federales (la de agua potable y la de agua limpia) al permitir la inyección de productos químicos tóxicos en los pozos y la falta de tratamiento del agua sobrante que se almacena. Además, las empresas, según recuerda Elias, no están obligadas a revelar el cóctel de sustancias que usan, por considerarse secreto industrial.
 
Fuente: Urgfente 24 - Buenos Aires - Argentina