jueves, 3 de octubre de 2013

SEIS PASTERAS COMO UPM-BOTNIA EN SANTA CRUZ



Desde el año 2008 se esta construyendo en la ciudad de Río Turbio una central térmica a carbón. Esta obra dirigida por el Ministerio de Planificación Federal, está, según este, en un 80 % de avance y se pretende poner en servicio en los próximos meses.
Río Turbio se encuentra en la cordillera Argentina – Chilena y en la naciente de la única fuente de agua potable de 150.000 personas, el río Gallegos.
A pesar de los reclamos y denuncias por la contaminación que producirá con los gases emitidos por la chimenea, las cenizas residuales de la combustión y los excesivos costos de construcción y operación, la usina sigue adelante a fuerza de prepotencia.
Como lo venimos diciendo desde el año 2.008, la realidad de una obra técnica, económica y ambientalmente inviable, llegará como un balde de agua a quienes aun creen en la honestidad de sus precursores.

El carbón de Río Turbio
El carbón del yacimiento Río Turbio es del tipo sub-bituminoso de Bajo Rango con un poder calórico de aproximadamente 5.800 kcal/kg cuando se lo depura.
Comparado con la mayoría de los carbones que se utilizan en el mundo, el carbón de Río Turbio tiene relativamente más alto contenido CaO (8,2-12 %), MgO (1,3-1,6 %), y Fe203 (6,6-11,1 %) y menor contenido de elementos trazas (As, Be, Cd, Cr, Hg, Ni, Pb, Sb, Se, Te, Th y U) dentro de los límites permitidos para el medio ambiente y para la salud.
Comparte con cualquier otro carbón, más allá de particularidades que hacen a su contenido de cenizas, azufre y otros, los mismos problemas que cualquier otro carbón mineral, agravado por su bajo poder calórico que obliga a un volumen mayor de quemado para obtener una misma cantidad de energía.
La historia del uso del carbón muestra cómo puede afectar áreas naturales y comprometer la disponibilidad y calidad de los recursos hídricos; reducir la biodiversidad y degradar los ecosistemas. Las características físico químicas de sus residuos implican impactos significativos en ecosistemas terrestres y acuáticos.
Estos residuos pueden cambiar la composición elemental de la vegetación y penetrar de esta forma en la cadena alimentaria. La degradación del suelo y el agua por el drenaje ácido que se forma cuando esos residuos ricos en Azufre quedan expuestos a la acción de las lluvias, puede continuar por decenas, incluso centenas de años.

Algunos compuestos volátiles
En la combustión del carbón se generan una serie de contaminantes volátiles entre los que se destaca: Material Particulado (MP); Dióxido de Azufre (SO2); Óxidos de Nitrógeno (NOx) y Monóxido de Carbono (CO).

Material Particulado (MP): El material particulado puede clasificarse en Partículas Totales en Suspensión, Partículas Inhalables y Humo. Las fracciones menores, inhalables, penetran profundamente en el aparato respiratorio y son las más peligrosas. En el caso del carbón, el impacto del material particulado comienza con la explotación minera, que provoca inmensas nubes de polvo. Las partículas en suspensión en el polvo potencian los efectos de los gases contaminantes presentes en el aire. Ese polvo afecta la capacidad del sistema respiratorio de remover las partículas del aire inhalado, que quedan retenidas en los pulmones.
La quema de carbón produce también grandes volúmenes de partículas muy finas que cargan consigo hidrocarburos y otros elementos. Las partículas absorben el Dióxido de Azufre del aire y con la humedad se forman partículas ácidas, nocivas para el sistema respiratorio y el medio ambiente. Los efectos de la mezcla son más devastadores que los provocados solamente por el Material Particulado y el Dióxido de Azufre de manera aislada.

Dióxido de Azufre (SO2): Hay evidencias de que el Dióxido de Azufre contribuye al surgimiento y agrava enfermedades respiratorias. Este gas irritante está asociado a bronquitis crónica, largos resfriados e interferencias en el sistema inmunológico. El Dióxido de Azufre produce daños agudos y crónicos en las hojas de las plantas, dependiendo del tiempo de exposición y concentración del contaminante. También daña tintas, corroe metales y expone a las capas descubiertas a la oxidación.
Por otro lado, el Óxido de Azufre y los Óxidos de Nitrógeno son los dos agentes que contribuyen al fenómeno de la denominada “lluvia ácida”.
La lluvia ácida ocurre cuando sustancias como el Dióxido de Azufre y los Óxidos de Nitrógeno reaccionan químicamente con el aire y el agua en presencia de la luz solar y forman ácidos sulfúrico (H2SO4) y nítrico (HNO3), que son barridos de la atmósfera por la lluvia. Así, el PH del agua, del rocío y el granizo es modificado.
La atmósfera en torno a las termoeléctricas de carbón está cargada de Material Particulado, Óxido de Azufre y Nitrógeno. El Dióxido de Azufre y los Óxidos de Nitrógeno pueden ser transportados a más de 3 mil kilómetros de distancia, dependiendo del viento, la altura de las chimeneas, la frecuencia de las lluvias y las condiciones atmosféricas.

Óxidos de Nitrógeno (NOx): Los Óxidos de Nitrógeno son todos ellos peligrosos para la salud. El NO2 o Dióxido de Nitrógeno es el que presenta motivos para mayores preocupaciones. Altamente soluble, penetra profundamente en el sistema respiratorio, da origen a sustancias cancerígenas como las nitrosaminas, que pueden provocar cáncer.
Sus efectos agudos incluyen edemas y daños en el tejido pulmonar y las vías respiratorias. Causa también síntomas semejantes a los de un enfisema pulmonar, irritaciones en los ojos y nariz y malestar pulmonar.
Más allá de afectar la salud humana, los Óxidos de Nitrógeno son precursores de la formación, por combinación fotoquímica, de otro elemento: el ozono (O3) de baja altura. En altura, el ozono forma una capa protectora de la atmósfera pero a baja altura es un gas tóxico, que causa innumerables problemas respiratorios e irritaciones cutáneas.

Monóxido de Carbono (CO): El Monóxido de Carbono interfiere en la capacidad de transportar el Oxigeno a los tejidos del cuerpo humano. Las intoxicaciones por CO provocan síntomas parecidos a la anemia y provoca hipoxia, que es una deficiencia de oxigeno en los tejidos corporales capaz de impedir la función fisiológica. También ocasiona problemas en el sistema nervioso central. Una persona expuesta a CO puede ver disminuidos sus reflejos, la agudeza visual y su capacidad de estimar intervalos de tiempo.



Sobre las 1.000 ppm (partes por millón), el CO es altamente tóxico y causante potencial de ataques cardíacos y muerte. Sus principales víctimas son los mayores, los niños y los enfermos de áreas metropolitanas.
Para el caso de la CTRT es válido realizar la comparación de la emisión de algunos de sus contaminantes aéreos respecto de la planta de pulpa celulosa de Botnia (Uruguay) que ha sido motivo de uno de los emprendimientos industriales con las mayores polémicas ambientales a escala regional.

Cenizas
Las centrales termoeléctricas como la CTRT, generan como producto de la combustión del carbón para la producción de energía, una gran cantidad de residuos sólidos conocidos como cenizas. Estos residuos pueden ser de dos tipos diferentes en función de su tamaño. En este sentido, las cenizas de mayor tamaño provienen del fondo de la caldera, mientras que las cenizas de tamaño fino, son aquellas arrastradas por la corriente de humos de los sistemas de eliminación de partículas.

Las cenizas volátiles corresponden a material particulado retirado del separador de sólidos y el retenido en los filtros manga del generador.
Acorde a las estimaciones dadas por el EIA de Isolux Corsán, el funcionamiento del generador al 100% de su capacidad y en régimen permanente, en la parte inferior del horno (caldera) se generará el 40% del total de las cenizas (30 Tn/h), un 5% corresponde a partículas retiradas del separador de sólidos (3,75 Tn/h), mientras que de los filtros manga serán extraídos el 55% de los residuos (41,25 Tn/h). Por hora se prevé generar un total de 75 toneladas de residuos (cenizas).
El siguiente cuadro es el que se presenta en el EIA (Estudio de Impacto Ambiental), es decir, son datos provistos por la propia empresa:






Considerando una densidad de cenizas de 1,2 Tn/m3, y un período de operación de la Central de 25 años, se generarán 13.500.000 m3 de cenizas. Luego de analizar diversas alternativas acerca del destino final de dichas cenizas (alojamiento dentro de la mina, aprovechamiento, etc.) el EIA llega a la siguiente conclusión:
“De este modo, la opción más factible de ser implementada radica en la disposición de las cenizas en una zona de sacrificio, la cual debe ser elegida cuidadosamente, a fin de afectar lo menos posible el medio ambiente circundante. Por otro lado, el material debe ser dispuesto de manera tal de minimizar los posibles impactos así como también las potenciales contingencias”.
La composición química de las cenizas del carbón, acorde al informe proporcionado por la empresa, es similar a la de la arcilla. Las mismas presentan constituyentes mayoritarios como óxidos de silicio, aluminio, hierro y calcio, en proporciones entre 95% y 99%. Los componentes minoritarios son pequeñas cantidades de compuestos de magnesio, titanio, potasio, fósforo, azufre y compuestos alcalinos en proporciones entre 0,5% y 3,5%. Los elementos traza más característicos como el Ar, Be, Cd, Pb se presentan en proporciones menores a 0,5% (Muñoz, et. al. 2006).

Lo que viene con las “cenizas”
Como se señaló más arriba, los residuos sólidos resultantes de la quema de carbón están constituidos por dos tipos de cenizas: las livianas o volátiles y las pesadas.
Cuando estos residuos no son removidos correctamente de modo de asegurar su confinamiento, ocurre una lixiviación, una forma de erosión química que arrastra los elementos del suelo, incluidas las sustancias tóxicas, para los drenajes adyacentes.
Las cenizas producidas por la quema, que concentran metales pesados, acaban en los cursos de agua, provocando además una alta contaminación del suelo.
La industria del carbón utiliza el término “Clean Coal” (carbón limpio) para referirse a un conjunto de tecnologías y procesos que disminuyen los impactos ambientales asociados a la minería y al procesamiento y utilización del carbón. La industria afirma que esas tecnologías reducen las emisiones contaminantes a la atmósfera, debido principalmente a un aumento en la eficiencia de las termoeléctricas. A pesar de disminuir los impactos ambientales, el “Clean Coal” no transforma al carbón en una fuente de energía limpia. Además de las incertidumbres asociadas al verdadero confinamiento de las emisiones, principalmente de CO2, el tratamiento y la disposición final de los residuos de la minería y de la combustión, todos factores que continúan siendo un gravísimo problema de difícil solución.
Por otro lado, el Energy Research and Development Corporation (ERDC), afirma que las tecnologías “Clean Coal” de alta eficiencia “no ofrecen grandes reducciones de Dióxido de Carbono”. Por lo tanto, aún si lograran reducir significativamente la contaminación atmosférica local en términos de gases de Nitrógeno, Azufre y Material Particulado, la industria sigue siendo una fuente relevante de contribución al calentamiento global.
Poco se ha dicho sobre las cenizas que se respiran en una mina de carbón, las que implican la absorción de una dosis de radiación similar a la que se recibe de una planta nuclear de 1.000 MW. Asumiendo que se libera un 1% de cenizas a la atmósfera, acorde a la EPA y 1 parte por millón de Uranio y 2 partes por millón de Torio en el carbón (promedios de Estados Unidos), la población recibe por parte de una mina de carbón dosis mayores que de plantas nucleares que cumplen las regulaciones del estado. Hay un contenido de radionucleidos en las cenizas de una mismas.
Si bien el carbón, ha estado históricamente asociado a los accidentes en las minas, la lluvia ácida y a las emisiones de gases de efecto invernadero, también se lo vincula con la contaminación radiológica. La basura (cenizas) producto de la explotación carbonífera es realmente más radioactiva que los residuos usuales de baja actividad de las plantas nucleares. De hecho, las cenizas volátiles emitidas por una planta de generación –un subproducto inevitable de la quema de carbón para producir electricidad- emite al ambiente circundante 100 veces más radiación que una planta nuclear operando normalmente.

Destino de las cenizas radiactivas
El EIA presentado por Isolux dice que las cenizas “quedan fuera de este estudio” y a pesar de esta grave irregularidad el EIA fue aprobado y la obra comenzó sin saber el destino de 1.800 Toneladas diarias de cenizas.
Para poder imaginar los volúmenes que significan 1.800 toneladas, se pueden comparar con 300 camiones volcadores diarios o podemos construir una torre de una hectárea de superficie y unos 10 metros más alta que el obelisco en solo un año de generación de de cenizas.
Sin embargo se informa a la población la descabellada idea de darle uso a estas cenizas en la construcción.
El intendente de Río Turbio, Matias Mazu, dijo que “con los residuos que va a generar, unas 900 toneladas por día, se darán las posibilidades de producir yeso, y con ello la fábrica de durlock más importante de Latinoamérica. En esto hemos pensado, no es que estamos improvisando, lo analizamos con distintos organismos y universidades”, acotó el Intendente.
Explicó que se trabaja con Planificación Federal y con otros organismos nacionales para buscar alternativas. Pero que ya en su gestión anterior, con la Universidad Tecnológica de Santa Fe armaron un proyecto para la producción de ladrillos con el estéril, a un costo cero.
No solo reduce la generación de las cenizas a la mitad (900 en lugar de 1800 Ton por día) de lo que confirma la propia empresa constructora en su EIA, sino que pretenden construir viviendas, a pesar de los contenidos de elementos radiactivos y metales pesados de estas cenizas, arriesgando la salud de quienes habiten estas viviendas.

Fuentes:
Propias AAC
Carbón: Combustible para el cambio climático" - Greenpeace