Desde el año 2008 se esta
construyendo en la ciudad de Río Turbio una central térmica a carbón. Esta obra
dirigida por el Ministerio de Planificación Federal, está, según este, en un 80
% de avance y se pretende poner en servicio en los próximos meses.
Río Turbio se encuentra en
la cordillera Argentina – Chilena y en la naciente de la única fuente de agua
potable de 150.000 personas, el río Gallegos.
A pesar de los reclamos y
denuncias por la contaminación que producirá con los gases emitidos por la
chimenea, las cenizas residuales de la combustión y los excesivos costos de construcción
y operación, la usina sigue adelante a fuerza de prepotencia.
Como lo venimos diciendo
desde el año 2.008, la realidad de una obra técnica, económica y ambientalmente
inviable, llegará como un balde de agua a quienes aun creen en la honestidad de
sus precursores.
El carbón de Río Turbio
El carbón del yacimiento Río Turbio es del tipo
sub-bituminoso de Bajo Rango con un poder calórico de aproximadamente 5.800
kcal/kg cuando se lo depura.
Comparado con la mayoría de los carbones que se
utilizan en el mundo, el carbón de Río Turbio tiene relativamente más alto
contenido CaO (8,2-12 %), MgO (1,3-1,6 %), y Fe203 (6,6-11,1
%) y menor contenido de elementos trazas (As, Be, Cd, Cr, Hg, Ni, Pb, Sb, Se,
Te, Th y U) dentro de los límites permitidos para el medio ambiente y para la
salud.
Comparte con cualquier otro carbón, más allá de
particularidades que hacen a su contenido de cenizas, azufre y otros, los
mismos problemas que cualquier otro carbón mineral, agravado por su bajo poder
calórico que obliga a un volumen mayor de quemado para obtener una misma
cantidad de energía.
La historia del uso del carbón muestra cómo puede
afectar áreas naturales y comprometer la disponibilidad y calidad de los
recursos hídricos; reducir la biodiversidad y degradar los ecosistemas. Las
características físico químicas de sus residuos implican impactos
significativos en ecosistemas terrestres y acuáticos.
Estos residuos pueden cambiar la composición elemental
de la vegetación y penetrar de esta forma en la cadena alimentaria. La
degradación del suelo y el agua por el drenaje ácido que se forma cuando esos
residuos ricos en Azufre quedan expuestos a la acción de las lluvias, puede
continuar por decenas, incluso centenas de años.
Algunos compuestos volátiles
En la combustión del carbón se generan una serie de
contaminantes volátiles entre los que se destaca: Material Particulado (MP);
Dióxido de Azufre (SO2); Óxidos de Nitrógeno (NOx) y Monóxido de
Carbono (CO).
Material Particulado (MP): El material particulado puede
clasificarse en Partículas Totales en Suspensión, Partículas Inhalables y Humo.
Las fracciones menores, inhalables, penetran profundamente en el aparato respiratorio
y son las más peligrosas. En el caso del carbón, el impacto del material
particulado comienza con la explotación minera, que provoca inmensas nubes de
polvo. Las partículas en suspensión en el polvo potencian los efectos de los
gases contaminantes presentes en el aire. Ese polvo afecta la capacidad del
sistema respiratorio de remover las partículas del aire inhalado, que quedan
retenidas en los pulmones.
La quema de carbón produce también grandes volúmenes
de partículas muy finas que cargan consigo hidrocarburos y otros elementos. Las
partículas absorben el Dióxido de Azufre del aire y con la humedad se forman
partículas ácidas, nocivas para el sistema respiratorio y el medio ambiente.
Los efectos de la mezcla son más devastadores que los provocados solamente por
el Material Particulado y el Dióxido de Azufre de manera aislada.
Dióxido de Azufre (SO2): Hay evidencias de que el
Dióxido de Azufre contribuye al surgimiento y agrava enfermedades
respiratorias. Este gas irritante está asociado a bronquitis crónica, largos
resfriados e interferencias en el sistema inmunológico. El Dióxido de Azufre
produce daños agudos y crónicos en las hojas de las plantas, dependiendo del
tiempo de exposición y concentración del contaminante. También daña tintas,
corroe metales y expone a las capas descubiertas a la oxidación.
Por otro lado, el Óxido de Azufre y los Óxidos de
Nitrógeno son los dos agentes que contribuyen al fenómeno de la denominada “lluvia
ácida”.
La lluvia ácida ocurre cuando sustancias como el
Dióxido de Azufre y los Óxidos de Nitrógeno reaccionan químicamente con el aire
y el agua en presencia de la luz solar y forman ácidos sulfúrico (H2SO4)
y nítrico (HNO3), que son barridos de la atmósfera por la lluvia.
Así, el PH del agua, del rocío y el granizo es modificado.
La atmósfera en torno a las termoeléctricas de carbón
está cargada de Material Particulado, Óxido de Azufre y Nitrógeno. El Dióxido
de Azufre y los Óxidos de Nitrógeno pueden ser transportados a más de 3 mil
kilómetros de distancia, dependiendo del viento, la altura de las chimeneas, la
frecuencia de las lluvias y las condiciones atmosféricas.
Óxidos de Nitrógeno (NOx): Los Óxidos de Nitrógeno son
todos ellos peligrosos para la salud. El NO2 o Dióxido de Nitrógeno
es el que presenta motivos para mayores preocupaciones. Altamente soluble,
penetra profundamente en el sistema respiratorio, da origen a sustancias cancerígenas
como las nitrosaminas, que pueden provocar cáncer.
Sus efectos agudos incluyen edemas y daños en el
tejido pulmonar y las vías respiratorias. Causa también síntomas semejantes a
los de un enfisema pulmonar, irritaciones en los ojos y nariz y malestar
pulmonar.
Más allá de afectar la salud humana, los Óxidos de
Nitrógeno son precursores de la formación, por combinación fotoquímica, de otro
elemento: el ozono (O3) de baja altura. En altura, el ozono forma
una capa protectora de la atmósfera pero a baja altura es un gas tóxico, que
causa innumerables problemas respiratorios e irritaciones cutáneas.
Monóxido de Carbono (CO): El Monóxido de Carbono
interfiere en la capacidad de transportar el Oxigeno a los tejidos del cuerpo
humano. Las intoxicaciones por CO provocan síntomas parecidos a la anemia y
provoca hipoxia, que es una deficiencia de oxigeno en los tejidos corporales
capaz de impedir la función fisiológica. También ocasiona problemas en el
sistema nervioso central. Una persona expuesta a CO puede ver disminuidos sus reflejos,
la agudeza visual y su capacidad de estimar intervalos de tiempo.
Sobre las 1.000 ppm (partes por millón), el CO
es altamente tóxico y causante potencial de ataques cardíacos y muerte. Sus
principales víctimas son los mayores, los niños y los enfermos de áreas
metropolitanas.
Para el caso de la CTRT es válido realizar la
comparación de la emisión de algunos de sus contaminantes aéreos respecto de la
planta de pulpa celulosa de Botnia (Uruguay) que ha sido motivo de uno de los
emprendimientos industriales con las mayores polémicas ambientales a escala
regional.
Cenizas
Las centrales termoeléctricas como la CTRT, generan
como producto de la combustión del carbón para la producción de energía, una
gran cantidad de residuos sólidos conocidos como cenizas. Estos residuos pueden
ser de dos tipos diferentes en función de su tamaño. En este sentido, las
cenizas de mayor tamaño provienen del fondo de la caldera, mientras que las
cenizas de tamaño fino, son aquellas arrastradas por la corriente de humos de
los sistemas de eliminación de partículas.
Las cenizas volátiles corresponden a material
particulado retirado del separador de sólidos y el retenido en los filtros
manga del generador.
Acorde a las estimaciones dadas por el EIA de Isolux
Corsán, el funcionamiento del generador al 100% de su capacidad y en régimen
permanente, en la parte inferior del horno (caldera) se generará el 40% del
total de las cenizas (30 Tn/h), un 5% corresponde a partículas retiradas del
separador de sólidos (3,75 Tn/h), mientras que de los filtros manga serán extraídos
el 55% de los residuos (41,25 Tn/h). Por hora se prevé generar un total de
75 toneladas de residuos (cenizas).
El siguiente cuadro es el que se presenta en el EIA
(Estudio de Impacto Ambiental), es decir, son datos provistos por la propia
empresa:
Considerando una densidad de cenizas de 1,2 Tn/m3,
y un período de operación de la Central de 25 años, se generarán 13.500.000 m3
de cenizas. Luego de analizar diversas alternativas acerca del destino final de
dichas cenizas (alojamiento dentro de la mina, aprovechamiento, etc.) el EIA
llega a la siguiente conclusión:
“De este modo, la opción más factible de ser
implementada radica en la disposición de las cenizas en una zona de sacrificio,
la cual debe ser elegida cuidadosamente, a fin de afectar lo menos posible el
medio ambiente circundante. Por otro lado, el material debe ser dispuesto de
manera tal de minimizar los posibles impactos así como también las potenciales contingencias”.
La composición química de las cenizas del carbón,
acorde al informe proporcionado por la empresa, es similar a la de la arcilla.
Las mismas presentan constituyentes mayoritarios como óxidos de silicio,
aluminio, hierro y calcio, en proporciones entre 95% y 99%. Los componentes
minoritarios son pequeñas cantidades de compuestos de magnesio, titanio,
potasio, fósforo, azufre y compuestos alcalinos en proporciones entre 0,5% y
3,5%. Los elementos traza más característicos como el Ar, Be, Cd, Pb se
presentan en proporciones menores a 0,5% (Muñoz, et. al. 2006).
Lo que viene con las “cenizas”
Como se señaló más arriba, los residuos sólidos
resultantes de la quema de carbón están constituidos por dos tipos de cenizas:
las livianas o volátiles y las pesadas.
Cuando estos residuos no son removidos correctamente
de modo de asegurar su confinamiento, ocurre una lixiviación, una forma de
erosión química que arrastra los elementos del suelo, incluidas las sustancias
tóxicas, para los drenajes adyacentes.
Las cenizas producidas por la quema, que concentran metales pesados, acaban en los
cursos de agua, provocando además una alta contaminación del suelo.
La industria del carbón utiliza el término “Clean Coal” (carbón
limpio) para referirse a un conjunto de tecnologías y procesos que disminuyen
los impactos ambientales asociados a la minería y al procesamiento y
utilización del carbón. La industria afirma que esas tecnologías reducen las
emisiones contaminantes a la atmósfera, debido principalmente a un aumento en
la eficiencia de las termoeléctricas. A pesar de disminuir los impactos
ambientales, el “Clean Coal” no transforma al carbón en una fuente de
energía limpia. Además de las incertidumbres asociadas al verdadero confinamiento
de las emisiones, principalmente de CO2, el tratamiento y la disposición final de los
residuos de la minería y de la combustión, todos factores que continúan siendo
un gravísimo problema de difícil solución.
Por otro lado, el Energy Research and Development Corporation (ERDC), afirma que las
tecnologías “Clean Coal” de alta eficiencia “no ofrecen grandes
reducciones de Dióxido de Carbono”. Por lo tanto, aún si lograran reducir
significativamente la contaminación atmosférica local en términos de gases de
Nitrógeno, Azufre y Material Particulado, la industria sigue siendo una fuente
relevante de contribución al calentamiento global.
Poco se ha dicho sobre las cenizas que se respiran en
una mina de carbón, las que implican la absorción de una dosis de radiación
similar a la que se recibe de una planta nuclear de 1.000 MW. Asumiendo que se
libera un 1% de cenizas a la atmósfera, acorde a la EPA y 1 parte por millón de
Uranio y 2 partes por millón de Torio en el carbón (promedios de
Estados Unidos), la población recibe por parte de una mina de carbón dosis
mayores que de plantas nucleares que cumplen las regulaciones del estado. Hay
un contenido de radionucleidos en las cenizas de una mismas.
Si bien el carbón, ha estado históricamente asociado a
los accidentes en las minas, la lluvia ácida y a las emisiones de gases de
efecto invernadero, también se lo vincula con la contaminación radiológica. La
basura (cenizas) producto de la explotación carbonífera es realmente más
radioactiva que los residuos usuales de baja actividad de las plantas
nucleares. De hecho, las cenizas volátiles emitidas por una planta de
generación –un subproducto inevitable de la quema de carbón para producir electricidad-
emite al ambiente circundante 100 veces
más radiación que una planta nuclear operando normalmente.
Destino de las cenizas
radiactivas
El EIA presentado
por Isolux dice que las cenizas “quedan fuera de este estudio” y a pesar de
esta grave irregularidad el EIA fue aprobado y la obra comenzó sin saber el
destino de 1.800 Toneladas diarias de cenizas.
Para poder imaginar
los volúmenes que significan 1.800 toneladas, se pueden comparar con 300
camiones volcadores diarios o podemos construir una torre de una hectárea de
superficie y unos 10 metros más alta que el obelisco en solo un año de generación
de de cenizas.
Sin embargo se informa
a la población la descabellada idea de darle uso a estas cenizas en la construcción.
El intendente de Río
Turbio, Matias Mazu, dijo que “con los residuos que va a
generar, unas 900 toneladas por día, se darán las posibilidades de producir
yeso, y con ello la fábrica de durlock más importante de Latinoamérica. En esto
hemos pensado, no es que estamos improvisando, lo analizamos con distintos
organismos y universidades”, acotó el Intendente.
Explicó
que “se trabaja con Planificación
Federal y con otros organismos nacionales para buscar alternativas. Pero que ya
en su gestión anterior, con la Universidad Tecnológica de Santa Fe armaron un
proyecto para la producción de ladrillos con el estéril, a un costo cero.”
No solo reduce la
generación de las cenizas a la mitad (900 en lugar de 1800 Ton por día) de lo
que confirma la propia empresa constructora en su EIA, sino que pretenden
construir viviendas, a pesar de los contenidos de elementos radiactivos y
metales pesados de estas cenizas, arriesgando la salud de quienes habiten estas
viviendas.
Fuentes:
Propias AAC
Carbón: Combustible para el cambio climático" - Greenpeace
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